Tengo el cuerpo agrietado,
células hambrientas, ávidas,
de energía supletoria.
Tengo las fuerzas exiguas
esclavas de éste cansancio,
toda yo rota
en ínfimas partículas.
Tengo lagrimas enquistadas
en el ascenso de mi tráquea
prisioneras de la férrea censura
de mi garganta.
Toda yo descosida,
sin aguja ni remiendo
que cierre y suture
la esencia vital
que voy perdiendo.
Julia
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